Los C-Levels frente a la IA: de Cheerleaders a Champions

Muchos líderes aplauden la revolución de la IA, pero pocos la lideran. Pasar de cheerleader a champion exige dejar la fascinación tecnológica y asumir el cambio como un desafío de liderazgo, cultura y propósito organizacional.

Hay un dato que lo resume todo: el 85% de los pilotos de IA nunca llegan a producción. Y no es porque la tecnología no funcione. La cosa está mucho más vinculada con el liderazgo que con los fierros. Y es que los líderes no están liderando. Después de dos años de entusiasmo masivo con la inteligencia artificial, todavía abundan los ejecutivos que actúan como cheerleaders de la innovación en lugar de champions de la transformación. Los primeros celebran la revolución desde el escenario; los segundos la impulsan desde el sistema operativo de la organización.

El C-Level Cheerleader es ese líder que genuinamente cree en el potencial de la IA, pero la malinterpreta. La ve como un proyecto plug-and-play: algo que se compra, se entrena y se usa. Se impacienta cuando sus equipos “van lento” y no entiende por qué “usar ChatGPT o Copilot” no está generando impacto. Lanza licencias sin gobernanza, busca adopción universal sin estrategia y delega la transformación a IT o a Recursos Humanos. Confunde entusiasmo con liderazgo.

El resultado es el mismo en casi todas las empresas: una colección de pilotos sin destino. Según un informe reciente de Writer, el 41% de los empleados —sobre todo millennials y Gen Z— admite haber saboteado activamente los esfuerzos de IA de su compañía. No por resistencia al cambio, sino por frustración. Porque se les entregan herramientas sin sentido, sin contexto y sin propósito. Es la paradoja del Cheerleader: mientras cree estar inspirando la transformación, en realidad está desactivando la confianza.

El C-Level Champion, en cambio, entiende que la adopción de IA no se puede delegar. Que la transformación no empieza en IT, sino en el C-Suite. Las organizaciones donde el CEO se involucra activamente en la gobernanza de IA superan ampliamente a sus pares, pero solo el 28% lo hace. Y como señala Ethan Mollick, los líderes que usan IA personalmente —al menos dos horas por día— logran transformaciones tres veces más rápidas. No por saber más de tecnología, sino por entender mejor la naturaleza del cambio que están liderando.

El Champion no impulsa la IA, la habilita. No delega la filosofía de uso, la define. Y no promete eficiencia, construye sentido. Sabe que sin compromisos explícitos —por ejemplo, que no habrá despidos directos por eficiencias de IA— sus equipos ocultarán sus innovaciones por miedo. Entiende que la decisión entre automatizar o aumentar no es técnica, sino estratégica. Y que no hay liderazgo sin confianza.

El verdadero punto de inflexión se da cuando la empresa deja de “adaptarse” a la IA y empieza a rediseñarse alrededor de ella. Cuando deja de ser AI-adapted para convertirse en AI-native. Las estructuras actuales fueron creadas bajo la idea de que la inteligencia solo vive en las personas. Eso cambió. Hoy la inteligencia se distribuye entre humanos y sistemas, y las organizaciones que no rediseñen sus procesos, sus decisiones y su cultura bajo esa premisa quedarán atrás.

La pregunta incómoda para cualquier C-Level es simple: ¿tenés más experimentos de IA o más resultados de IA en producción? Si es lo primero, estás aplaudiendo la revolución. Si es lo segundo, la estás liderando.

La ventana de oportunidad se está cerrando rápido. Como dijo Eric Vaughan: “cada empresa, literalmente cada empresa, enfrenta una amenaza existencial con esta transformación”. Algunos C-Levels ya están construyendo organizaciones AI-first. Otros siguen celebrando pilotos en PowerPoint.

¿Vas a quedarte aplaudiendo o vas a salir a jugar?

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